Esta semana
se ha sabido que una de las entidades que han recibido ayudas estatales
podrá financiar actividad inmobiliaria. Se trata de Liberbank, y lo que
se le va a permitir es que, además de financiar de modo preferente
hipotecas sobre sus propios activos (algo que ya hacen todos en este
país, estén o no bajo la tutela del Banco de España), podrán conceder
créditos a los de fuera. Pero la cifra no es excesiva: sólo 125 millones de euros en los próximos cinco años.
¿Quiere esto decir que los bancos vuelven a tener vía libre? Ni mucho
menos, aunque hay que estar pendiente de lo que se haga a este
respecto. Y es que Liberbank es la única de las entidades que han
entregado activos a la Sareb que ha conseguido este privilegio.
El objetivo es claro: evitar que se fomente de nuevo la exposición
bancaria al ladrillo y evitar así el riesgo de una nueva burbuja.
Correr riesgos con dinero ajeno
Porque la crisis que vive España desde hace más de cinco años está
causada precisamente por esa exposición tan masiva, que hizo que, en los
años más locos, los bancos se lanzasen a financiar el 100% de la compra
de terrenos para edificar, cuando la norma histórica era que fuese el
promotor quien comprase la finca con su dinero y luego
invirtiese parte de su patrimonio en la construcción. Ese fue el modelo
tradicional, y gracias a ello las sucesivas crisis fueron más o menos
llevaderas.
Pero, al salir los bancos de sus límites habituales y prestar dinero a
espuertas olvidando las reglas del más elemental sentido común, lo que
hicieron fue hinchar desmesuradamente su ratio de endeudamiento, algo
que además hicieron en terrenos que, en muchos casos, ni siquiera eran
edificables de modo inmediato, lo que aumentaba exponencialmente el
riesgo en caso de un cambio de ciclo.
Y este cambio de ciclo llegó en 2007, y especialmente en 2008, ya que
el gobierno que meses antes había negado encomiablemente la existencia
de cualquier tipo de crisis se decidió a enmendar el entuerto de la ley
del suelo de 1997, reventando con ello más que pinchando la burbuja.
La puntilla olvidada
En efecto; sin negar para nada la culpa del PP en el inicio de la
burbuja al permitir que el suelo urbanizable se pudiese valorar como el
urbano (esto es como si usted valora los ladrillos con los que se va a
construir su casa al mismo precio que le pondría a la casa acabada),
repito, sin negar la culpa del PP, el PSOE aceleró la caída cambiando la
ley y obligando a que el suelo urbanizable pasase a ser rústico si no
estaba prevista su edificación inmediata.
Y aquí vino la puntilla del sistema, porque muchos bancos y cajas que
hoy están nacionalizados y prácticamente en estado de derribo
financiaron con sumas astronómicas la compra de hectáreas enteras de
terreno que, con la ley de 1997, valían 100 y, con la ley de 2008,
valían 10 o incluso menos. Y, puesto que para entonces las ventas y los
precios en el sector estaban a la baja (y así siguen cinco años
después), este tipo de negocios han supuesto la ruina de muchísimas
empresas, de más de un banco y de miles de familias que estamos viviendo
las consecuencias de saltarse las reglas sin saber los riesgos.
Por eso es que, seguramente a regañadientes, el Banco de España está
atando corto a las entidades que controla de una u otra manera. Porque
la crisis española fue provocada por un exceso de ambición sumado a una
concentración inhabitual de esfuerzos en un solo sector, que además
funcionó durante los últimos años a golpe de deuda. Y todos sabemos lo
que pasa cuando uno vive a crédito: que la maquinaria funciona mientras
se le suministra combustible.
Cuando el combustible se acaba… el tren se estrella.
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